Marzo de 1966. Carmen Sotillo acaba de perder a su marido, Mario, de forma inesperada. Una vez que las visitas y la familia se han retirado, ella sola vela durante la última noche el cadáver de su marido e inicia con él un monólogo-diálogo en el que descubrimos sus personalidades y la incomunicación de su matrimonio.
Y, como si el conflicto matrimonial de Carmen y Mario fuera una piedra arrojada en un estanque, en círculos concéntricos aparecen su familia, sus amigos, todos los personajes de la ciudad de provincias, del tendero a las autoridades, claros, nítidos, identificados con rasgos inolvidables, y la vida española de esos años, la ciudad, llega a palpitar viva en las palabras de Delibes.
Cinco horas con Mario es, entre otras muchas cosas, el espectáculo de un lenguaje, de una forma de hablar burguesa y provinciana, de la que Delibes dejó, como un notario, fe literaria y teatral.
Con una forma entrecortada, detallista al mínimo, reiterativa y llena de tópicos, Carmen Sotillo dice cosas, emite juicios, se manifiesta de manera que a muchos jóvenes de hoy les puede parecer increíble o considerarla medio tonta. Pero ese lenguaje existía, esos juicios se emitían, esas “cosas” de Carmen estaban en la vida de todos los días.
El monólogo de Carmen Sotillo ante el cadáver de su marido, interrumpido al final por la presencia de su hijo mayor, refleja una época reciente de nuestra historia, una condición femenina que existía, una vida española no tan lejana y es, también, una denuncia de las cosas, -tantas-, que entonces estaban mal o muy mal para cualquier observador de buena voluntad.
Directora: Josefina Molina
Intérpretes: Natalia Millán
Fechas gira
24 de mayo en Santiago de Compostela, Teatro Principal
Entradas a la venta en novagalicia banco