En el escenario, la orquesta ensaya los últimos acordes mientras el elenco de bailarines se contonea con sugerentes coreografías. En el backstage, todo son carreras, cuerpos de lentejuelas que se alargan hasta el infinito para mejorar su flexibilidad y risas nerviosas. Chicago es un cajón de sastre donde el baile, la pasión y la ambición conviven ambientados en los felices años 20 al ritmo de una melodía: el jazz.
Y el jazz, en cierto modo, es el causante de que una de las protagonistas del musical, Natalia Millán (Velma Kelly) quisiera ser actriz. «Fue tras ver All that jazz de Bob Fosse (creador de Chicago)» cuando descubrió su verdadera vocación. En el caso de la argentina Marcela Paoli (Roxie Hart) el personaje le llegó tras tomar una decisión: «Vivía en Argentina y un amigo me animó a presentarme al casting. En ese momento tenía dos opciones, o me compraba un piano o un billete de avión a Madrid; elegí la segunda y ahora creo que también podré cumplir la primera». Como no hay dos sin tres, Manuel Bandera cierra este círculo como Billy Flynn, un abogado sin escrúpulos.
Seis semanas de ensayo avalan un espectáculo fiel a Bob Fosse, que plasmó con este espectáculo la decadencia de lo que pasó a la historia como años felices. Tango, foxy, pasión, saxofones: la noche de Chicago llega a Madrid para quedarse hasta junio. ¿Una posible gira? Depende del público, de que se deje envolver por esa atmósfera sugerente. Como apunta Nigel West: «La música es buena, el texto también, y todo movido por el sexo, pero un sexo con gusto».
fuente: El Mundo (14.11.2009)