Madrileña, de padres y abuelos madrileños, nació muy cerca de la Casa de Campo. Ya desde pequeña iba por la vía creativa hasta que a los quince años lo tuvo clarísimo: quería ser como Liza Minelli en ‘Cabaret’. Y se preparó concienzudamente estudiando interpretación, danza y canto y todo lo que contribuyera a su formación. Porque Natalia es perfeccionista aunque ella no lo sepa. La obsesiona la honestidad, la sinceridad y la autenticidad. Es soñadora, imaginativa y disparatada y se empeña en ser realista y objetiva. Se acusa de vanidad y sin embargo es una margarita del campo. No es una mujer sedienta de éxito. Por lo menos de lo que ahora se llama éxito. La mirada intensa y profunda de sus enormes ojos indefinibles sólo brilla con ambición hablando de los suyos, de su hija, de sus amigos, del amor… casi parece que el mundo del espectáculo le coge de refilón. Ha hecho cine y televisión y ha alcanzado gran popularidad en series como ‘El Súper’ y ‘Un paso adelante’, pero no le gustan las cámaras; ha sido bailarina y le ha gustado «pero la vida de la mariposa es breve», lo suyo, lo que la llena realmente es la interpretación y, ahora, meterse en el liguero de Sally Bowles, la cantante inglesa, mediocre, drogadicta y desilusionada de ‘Cabaret’, inmersa en un mundo promiscuo de prostitución, abortos y antisemitismo que alumbra un nazismo incipiente, entre risas y cómicos shows, le parece un privilegio inesperado en su carrera.
De repente, a los quince años decides ser actriz. ¿Hubo algo que te abriera los ojos?
Fíjate, casualidades de la vida, vi la película ‘Cabaret’, y me dejó muy tocada. Esa forma de contar una historia dura envuelta en música me impactó y al salir del cine –era una cría– me dije: «Yo me voy a dedicar a eso».
Empezaste a tomar clases de interpretación a los dieciséis años, ¿tuviste problemas en casa?
Sí, mi padre era muy mayor y tenía el concepto clásico sobre este mundillo. No le gustaba nada, pero yo me las arreglaba bastante bien. Le pedía dinero para ir a una academia de inglés y me lo gastaba en clases de teatro.
¡Mala niña!, ¿tu madre sabía algo?
Era mi cómplice; yo creo que incluso culpable, porque era muy creativa y me marcó mucho.
Estudias interpretación, canto y danza, ¿por qué te decantas por la interpretación?
Tenía muy claro que el objetivo era la interpretación, pero ya te digo que mi vocación parte de ‘Cabaret’, y lo demás era para completar mi preparación.
¿Cuáles son tus mejores cualidades profesionales?
(Natalia frunce el ceño, como buscando algo que no existe, al fin ve la luz.)
Pues yo creo que soy bastante humilde. Soy capaz de hacer autocrítica de mi trabajo; creo que es una cualidad ¿verdad? Y otra: que soy muy trabajadora. Me tomo mi profesión muy en serio.
¿Y como mujer?
¡Uy, esto es muy difícil. Lo de verse a uno mismo… pues… no lo sé.
¿Tu mayor defecto?
(Ahora no titubea, la respuesta es rápida.)
El desorden. Soy terriblemente desordenada.
«Necesito el reconocimiento profesional pero no voy detrás de la fama. Parece que la gente está dispuesta a lo que sea por lograrla.»
¿Qué virtud aprecias más?
La honestidad. Ser honesto con uno mismo es muy importante.
‘Un paso adelante’, ‘El Súper’… ¿Te ha marcado mucho la tele?
Pues sí. Cuando hice ‘El Súper’ (fueron cuatro temporadas), yo llevaba ya unos diez años trabajando y hasta entonces no me conocía nadie. Además, esa serie fue muy especial. Era lo que era: un culebrón sin pretensiones de nada más, pero dentro de eso se hacía con dignidad, y el estar tanto tiempo trabajando mucho, estudiar todos los días viendo de una forma tan inmediata el trabajo, eso es una escuela que no se paga con nada.
¿No es un poco decepcionante, después de tantos años de trabajo hacerte famosa por un culebrón?
Sí, es verdad que da un poquito de rabia, pero es inevitable.
Cine, teatro, televisión ¿con cuál te quedas?
Con el teatro. No me gustan nada las cámaras. Hacerme una foto me cuesta un triunfo; lo que sí es verdad es que cada medio te enriquece de una forma distinta. El teatro es un trabajo profundo donde eres dueño de la historia de principio a fin. La tele te proporciona una agilidad que no te da ningún otro medio, te tiras a la piscina sin salvavidas y te obliga a perder inseguridades y miedos. El cine es un trabajo más cuidado de cámara, donde gestos pequeñitos tienen un gran valor.
¿Comedia, drama o musical?
Me gusta mucho el drama, porque me parece que es más sincero, lo que más se aproxima al ser humano de verdad. La comedia es necesaria porque reírse es algo sanísimo que carga las pilas, y el musical es un mundo mágico de color que me encanta… la verdad es que sinceramente no puedo escoger.
¿Dejaste la danza o te dejó ella a ti?
Estuve muchos años dedicada a la danza, accidentalmente. Yo empecé a estudiarla como complemento. Había hecho ballet desde pequeñita y se me daba muy bien. Pero la verdad es que mi primer trabajo fue de bailarina. Luego he trabajado en proyectos muy bonitos y realmente me enamoró: por un lado, me permitía pagarme mis estudios y por otro lado, era vivir una vida de mariposa que no había buscado. He disfrutado bailando muchísimo, siendo consciente de que no era lo mío, pero he sido muy feliz bailando… bailar es lo más parecido que tiene el ser humano a volar. Pero poco a poco la actriz fue ocupando su sitio.
¿Sally Bowles es un personaje de hoy?
Completamente, a pesar de ser del siglo pasado no hay ninguna distancia. El peligro de los totalitarismos sigue existiendo. La pérdida de los valores, que la gente venda su integridad por sobrevivir… hay muchas cosas que son nuestro pan de cada día. Sally Bowles sobrevive como puede, deja de vivir su vida de mujer, en un momento determinado deja de vivir el amor… creo que es muy real.
¿Te gusta que te identifiquen con los personajes que representas?
(Natalia ríe moviendo la cabeza.)
Es inevitable. En mi caso es muy gracioso porque siempre tengo personajes muy complicados. Alguna vez me han preguntado, ¿eres tan triste como tus personajes? ¡Yo creo que no! Pero como lo que se conoce de mí es eso… pues qué le vamos a hacer.
De alguna manera eso te ayuda a salvar tu vida privada. ¿Eres celosa de ella?
Mucho. Creo que es algo que hay que defender. Sobre todo en los tiempos que vivimos que parece que uno no tiene derecho a protegerla y creo que es algo que debemos reivindicar.
Tu hija tiene nueve años, está en una edad que tal vez le gustaría presumir más de su madre…
Creo que sí le hace cierta ilusión que a su mamá la conozcan y eso, pero no es una niña con afán de protagonismo. Es una niña muy discreta.
Te noto cierto orgullo al hablar de Violeta…
¡Se me cae la baba!
¿Quién es Natalia Millán?
Una mujer absolutamente normal que pretende tener una familia lo más armoniosa posible y que busca ser honesta.
¿Te gustas?
Hay cosas mías que me gustan, otras que pretendo mejorar y… otras que no tengo más remedio que aceptar.
¿Cómo eres?
Soy muy muy soñadora, por lo tanto me obligo a ser muy realista. Tengo una imaginación desbordante, lo cual me hace ser objetiva para no meter la pata. Soy muy tímida…
¿Por qué sois tan tímidos los actores?
Yo creo que no es casual que haya muchísimos tímidos en el mundo del espectáculo. Todo eso que quieres decir y no te atreves lo cuentas detrás de una máscara y te quedas muy a gusto.
Por orden de importancia, cómo clasificas tus roles.
Mi vida privada es lo más importante. Luego la vida profesional y el trabajo. Evidentemente es un objetivo prioritario que yo valoro mucho. Si no, no hubiera pasado todo lo que he pasado para conseguirlo: años de penuria voluntaria, esfuerzo, diciendo que no a proyectos en los que no creía… pero no es tan importante. Está en su sitio, que es cubrir necesidades y llevar comodidad a mi vida, que también es importante. En cuanto al reconocimiento profesional, lo mismo. Lo necesito porque si no, no me van a dar trabajo, pero no voy detrás para nada de la fama y todas esas cosas. Parece que la gente está dispuesta a lo que sea por lograr la fama.
¿Qué impresión te causa que te propongan interpretar a Sally Bowles en «Cabaret», después de Liza Minelli?
El referente es aplastante. Por un lado supuso un estímulo, el «Cabaret» americano era maravilloso; por otro lado fue tranquilizador ver que este montaje es distinto. Mucho más realista, el personaje también es más real, con una faceta más oscura que el de Liza Minelli, en fin… no sé si los espectadores me entienden, sobre todo si vienen esperando otro tipo de espectáculo.
¿’Cabaret’ es una responsabilidad o una oportunidad?
Las dos cosas. Primero un privilegio porque parece que va a ser un espectáculo de evasión, que la gente viene a pasarlo bien y a olvidarse de todo ¿no? y aquí te enfrentas con algo. Al principio parece que todo va a ser divertido, chicas con poca ropa, copas, bromas, y realmente el público se ríe mucho… pero te están dando un trozo de realidad aterrador. Entonces creo que es un privilegio estar en un musical con un trasfondo tan importante y es una responsabilidad contar un trozo de historia y una oportunidad estupenda, claro.
¿Qué esperas de la vida?
Primero que sea lo más larga posible porque me apasiona la vida y no me gusta que la gente se vaya a destiempo. Y que la gente a la que quiero sea feliz.
¿Y de la profesión?
Pienso que soy una privilegiada ganándome la vida haciendo lo que me gusta. Creo que es una suerte tremenda y, bueno, seguir trabajando así, porque tengo muchos amigos que son muy buenos profesionales y no se pueden ganar la vida con ello.
¿Por qué te gustaría ser recordada?
No puedo evitar la vanidad de que cuando me vaya de este mundo se me recuerde por mis trabajos. Es maravilloso trascender del ámbito familiar ¿no?, claro que para eso tendré que hacer mucho cine porque si no, no veo la manera, pero… no sé, al final siempre vuelvo a lo mismo, intento ser honesta y sincera conmigo misma y ser de verdad lo que yo soy.
¿Cuáles son tus sueños más secretos?
Pues eso, son secretos.
¿Y que se puedan contar?
Pues tiene que ver todo con lo mismo: si yo me puedo ganar la vida de una manera que me gusta, querría que mi hija también pudiera hacerlo. Que el trabajo no tuviera que ser el sudor de la frente ni una maldición para nadie. ¿Se pueden tener sueños más bellos?
Cuestionario personal
Un museo: El Reina Sofía. El edificio fue sede del Ballet Nacional y allí estudié danza… es muy mío.
Un parque: La Casa de Campo.
Un rincón para enamorarse: La plaza del Conde de Barajas.
Un lugar para pasear o meditar: Es poco llamativo, pero… mi casa.
Un sitio para divertirse: ¡El Nuevo Teatro Alcalá viendo ‘Cabaret’!… y en agosto, Las Vistillas.
Un barrio para vivir: El de los Austrias.
Un edificio emblemático: La estación de Atocha.
Un lugar para ir de compras: La zona de la calle Almirante.
Tu plato preferido: ¡Callos a la madrileña!
Una calle: Columela.
Lo mejor de Madrid: Que es una ciudad muy acogedora.