Natalia Millán
«EL APRENDIZAJE DURA TODA LA VIDA»
PODRÍA HABLAR DE TÚ A TÚ CON DIVAS COMO LISA MINELLI O BARBRA STREISAND. NO EN VANO, ELTON JOHN HA DADO SU BENEPLÁCITO A LA VERSIÓN ESPAÑOLA DE ‘BILLY ELLIOT’, DONDE ELLA INTERPRETA A MRS. WILKINSON.
Rosa Alvares – José Barrio
CUENTAN QUE GINGER ROGERS, al ser preguntada por su compañero de baile, Fred Astaire, sentenció: «Yo hice todo lo que él hizo, pero hacia atrás y con tacones altos». La discreción de Natalia Millán (Madrid, 1969) nunca le ha permitido quejarse de la altura de sus zapatos, ni referirse así a sus compañeros. Ser una de las actrices más demandadas del musical made in Spain requiere de mucho esfuerzo físico. Como Billy Elliot, Natalia también tuvo su particular Mrs. Wilkinson: una maestra que le mostró cómo la danza es perfecta para expresar sentimientos. Han pasado 36 años desde sus inicios, pero sigue soñando con pisar la escena cada tarde, con disfrutar de placeres sencillos, como viajar en tren saboreando bocadillos de queso fundido («debo confesar que me pierden») o conseguir un par de guantes como los que lucen las azafatas de Renfe: ‘Estoy enamorada de ellos. ¿No os sobraría un par para mí?».
Es una de nuestras actrices mejor preparadas para el musical. ¿El talento no es suficiente?
Como en cualquier actividad profesional la formación y la experiencia son esenciales. Y cuanto más amplias, más y mejores posibilidades de trabajo. El talento es importante, pero, casi siempre, se va encontrando y definiendo por el camino. Creo que muchas veces se llama «talento» al resultado del esfuerzo, la dedicación, la perseverancia y la pasión por lo que haces. Talentos tenemos todos. Lo crucial, como en la parábola, es lo que hacemos con ellos.
En Billy Elliot interpreta, precisamente, a una profesora capaz de reconocer el talento…
Mrs. Wilkinson es una mujer que ha tenido que enterrar sus aspiraciones artísticas en un pueblo gris, donde nadie valora sus clases de ballet. Al descubrir el potencial de Billy para la danza recupera la ilusión y el sentido de su trabajo. Los dos lucharán por alcanzar un horizonte diferente, ampliando incluso la estrecha mentalidad de sus paisanos.
¿Tuvo su propia Mrs. Wilkinson durante su etapa de formación?
He tenido maestros magníficos, a los que admiré, admiro y tanto tengo que agradecer. Pero mi particular Mrs. Wilkinson fue Lana Taylor: sin ser la mejor profesora, me inoculó su pasión por la danza y me ayudó a confiar en mí; me dio mi primer trabajo como bailarina en una película de la Orquesta Mondragón, Bésame tonta, que ella coreografiaba, y yo me caía de los tacones…
¿Y qué supone para usted trabajar con niños?
Creo que en pocas profesiones tienes la suerte de compartir tiempo, vivencias, emociones con compañeros de cualquier edad, de igual a igual, aprendiendo los unos de los otros. Además, con nuestros niños me identifico muchísimo: empecé a trabajar a su misma edad en musicales y con ellos revivo esa ilusión, esa energía. La diferencia es que yo tardé años en que me confiaran papeles protagonistas y ellos son héroes que compaginan esa enorme responsabilidad con su formación artística y, por supuesto, con sus estudios. Y, icuidado!, con buenas notas, o no se les permitiría continuar en Billy Elliot.
¿Les da algún tipo de consejo?
Que se preparen todo lo que puedan, y que aprovechen al máximo las facilidades de hoy. Que aprendan de todo lo que les rodea, rescatando siempre lo interesante de cada situación y obviando lo negativo, no solo en la etapa de formación, sino hasta el final. Y que tengan paciencia: el aprendizaje, en esto como en todo, dura toda la vida.
Se mueve como pez en el agua en los musicales. No tenemos tantas actrices que, de verdad, puedan cantar y bailar como lo hace usted. ¿En la escena se siente en casa?
El escenario es el territorio natural del actor. Y es donde yo deseaba estar cuando empecé. A la tele llegué muchos años después, más por pragmatismo que por vocación. De hecho, aún estoy aprendiendo a sentirme a gusto con las cámaras. Pero lo mejor es comprobar cuántos espectadores vienen a ver una función porque te conocen de una serie, incluso de fuera de España. Y muchos se convierten en amantes del teatro. Eso es fabuloso.
Una obra de largo recorrido.
La agenda de Natalia Millán para 2018 tiene nombre propio: Billy Elliot: «El musical ocupará todo mi tiempo. Dentro pronto apareceré en la serie Secretos de Estado (Telecinco). Pegarse los madrugones típicos de los rodajes y luego ponerse a cantar y bailar hasta las doce es tarea imposible».