La protagonista de Cinco horas con Mario nos descubre los secretos de su rostro de cine.
No sé por qué, siempre me la imagino con una vara en la mano en plan ‘Fama’…
Me encanta que me digas esto…
¿Por?
Porque me recuerdas en Un paso adelante.
¿Fue especial?
Tengo cariño a esa profesora de danza con tantos problemas.
Sobre todo lo digo porque parece autoritaria.
Qué horror…
¿Pero lo es?
Un poquito sí: no se puede ir de blanda por la vida.
¿Qué le aporta el baile?
Conocimiento total sobre tu cuerpo.
¿Su mejor pareja?
Me encantaría bailar con Fred Astaire, pero creo que será imposible.
Mientras sueña…
Tengo mi propia pareja, aunque no hablo de esas cosas.
¿Sigue la tendencia de hacer gimnasia del rostro?
Los actores con lo que expresamos lo hacemos inconscientemente.
¿Qué opina de la liga de actrices contra el ‘bótox’?
Evidentemente paraliza los músculos.
¿La solución?
Como en todo, hacer las cosas en su justa medida.
¿Un rostro ideal de la gran pantalla?
Audrey Hepburn, Sofia Loren…
¿Y del cine actual?
Julia Roberts.
¿Por su belleza?
Y por su expresividad.
El paso del tiempo trae cosas buenas…
Siempre es bueno, porque suma y enriquece.
Entre las cosas buenas que trae estará protagonizar ‘Cinco horas con Mario’.
Sí, desde luego, ha sido un regalo.
¿Prueba superada?
Esa la tienes que pasar cada vez que se levanta el telón.
Parecía un papel con una dueña: Lola Herrera. ¿Le dio algún consejo?
Como es generosa no me dio uno sino mil.
¿Se siente desprotegida en el escenario?
Tengo más responsabilidad, pero me gusta la sensación.
¿Cómo es?
De trance…
No deja nunca su personaje.
La concentración es máxima.
¿En la vida le gusta la soledad?
No me asusta, pero me encanta estar con gente que quiero.
Empezó con Alonso Millán y acaba por Delibes, ¿lo próximo?
Pues estoy muy abierta: me apetecen tantas cosas que lo que venga, bienvenido sea.
¿Le trata bien la vida?
Me sorprende gratamente con personajes que me fascinan.
¿Un género?
El teatro siempre, que es donde empecé…