Pasar cinco horas con alguien querido puede resultar, en muchos casos, un corto placer. Sin embargo, si esas cinco horas las ha escrito Miguel Delibes, suceden entre los personajes de Carmen Sotillo y el cuerpo sin vida de Mario, y son interpretadas por las mejores actrices del panorama nacional, cambia mucho el contexto. Veinticinco fueron los años que Lola Herrera dialogó con Mario en los escenarios y uno el que lleva Natalia Millán al frente de esta ‘Cinco horas con Mario’. Por las críticas que recibe la actual intérprete, a nadie extrañaría que otros veinticinco años pasaran con la madrileña en el papel de viuda. Bailarina, cantante y, sobre todo, actriz, en los últimos años ha participado en numerosas series de éxito y otras tantas obras de teatro. Una inquilina de lujo para las tablas del Principal, hoy viernes y el fin de semana.
En septiembre de 2010 estrenó ‘Cinco horas con Mario’. ¿Qué balance hace tras un año de gira?
Ha pasado muy rápido. Estrenamos en Valladolid y ha sido un año muy bueno viajando por España. Además, lo que recibo de los espectadores al final de cada representación es muy positivo. Hay veces que esa sensación se nota y tengo también la sensación de privilegio absoluto al tener este personaje y este texto en las manos. El balance es muy positivo.
¿Sería capaz de describir, en pocas palabras, qué va a ver el espectador que no conozca la obra?
Esta pregunta es muy difícil -responde entre risas-. Esa capacidad de síntesis la tenía el maestro Delibes y yo dudo que la tenga. Creo que es un retrato de una época y de una mentalidad. Pero un retrato con dosis iguales de crítica feroz y de ternura.
¿Cómo fue el momento en que decidió emprender un proyecto tan atrevido como este ‘Cinco horas con Mario’?
Me llamó José Sámano, que es el productor de la obra y que también lo fue con Lola Herrera. Lo bonito de este momento es que precisamente estaba muy feliz haciendo el musical ‘Chicago’, y por esos momentos pensaba en hacer después de ello un monólogo, pero nunca pensé en algo como esta obra. Ni siquiera en sueños. Y justo cuando tenía esta idea en la cabeza me llamaron. Fue escalofriante. No dudé. Si hubiera dudado o pensado, me hubiera dicho que estoy loca, porque es muy difícil. Pero dije un sí rotundo y aquí estamos.
¿Que Lola Herrera fuera Carmen Sotillo durante veinticinco le supuso un reto o una motivación?
Una motivación. También supone un reto grandísimo, porque ella cosechó todos los éxitos y todas las glorias. No se puede tocar mas la excelencia de lo que lo hizo ella. Además, en su caso fue por iniciativa propia. Luchó contra viento y marea, porque se atrevió a hablarle a un muerto cuando todo se lo desaconsejaba. Creyó en la obra y el tiempo le dio la razón. La heroína de esta historia es ella. Me precedía un éxito muy grande, pero eso lo convertí en un reto y una motivación para poner lo mejor de mí. No es una competición para ver quien lo hace mejor, sino un proyecto que se merece todo respeto y energía.
¿Fue duro el proceso de preparación y ensayos de un texto y una interpretación tan complicados?
Aprender el texto fue lo que más me costó. La memorización fue muy difícil. Estaba con ‘Chicago’ y terminando la serie de ‘El Internado’. Tenía poco tiempo y le robaba el que podía al sueño y a las comidas. Fue la parte más dura. La parte de la interpretación también fue difícil pero fue más apasionante. Son unas palabras tan bien escritas que resulta placentero interpretarlas, pero durante el proceso de memorización hubo momentos que creía que tenía el disco duro de mi mente lleno, aunque siempre acababa estirándolo un poquito más.
Ha interpretado en teatro los musicales ‘Cabaret’ y ‘Chicago’, conocidos por las protagonistas de sus películas, Liza Minelli y Catherine Zeta Jones, respectivamente. ¿Tiene gusto por los retos de grandes actrices?
Lo que me gustan son los grandes personajes y, a la fuerza, si no es que lo estrenes o que te lo escriban para ti, que nunca me ha pasado, estas precedido de un nombre grande. Liza Minelli y Catherine Zeta Jones son dos actrices grandísimas, pero mi actitud no es soberbia. No pretender ser mejor que nadie. Es muy difícil cuando hablamos de grandes como ellas. Es un proyecto que me encantan, que trabajo con humildad y donde me empleo a fondo, haciendo lo mejor que sé desde el respeto. En el caso de ‘Cinco horas con Mario’, tuve la gran suerte de contar con el legado que dejo Lola Herrera a través de Josefina Molina, porque fue la misma directora que la dirigió a ella. Tengo la suerte de tener un material por el que ya ha transitado Herrera y eso no se puede desperdiciar.
‘Cinco horas con Mario es un texto que también critica el enfrentamiento de las ‘Dos Españas’. ¿Cree que el público joven sigue entendiendo esta metáfora?
Se sigue entendiendo muy bien. Delibes puso un acento en mostrar la incomunicación entre dos opuestos, para decir que cuando existe comunicación se pueden enriquecer pero si no se quedan separados y se empobrecen. Además, la obra es lectura obligada en los últimos cursos de la Educación Secundaria, por lo que vienen a menudo clases enteras de los institutos. A veces vienen un poquito reticentes, pero puedo asegurar que se lo pasan muy bien y lo entienden muy perfectamente. Lo veo y lo compruebo mucho. Las obras de los grandes autores acaban siendo clásicas porque son universales, aunque lleven otros nombres o colores.
Lleva una larga trayectoria como actriz y bailarina. ¿Ha pensado en dar el paso a la dirección?
Eso me inspira demasiado respeto. Me parece apasionante y a veces me lo he planteado. Pero me viene grande. Hay que saber mucho para dirigir. Me gustaría seguir el proceso de creación de un personaje desde fuera, de la mano de un actor. Me parece maravilloso, pero dirigir no es solo eso. Es concebir todo un mundo de fantasía. Al menos a corto plazo no me lo planteo.
fuente: lasprovincias.es