La intérprete madrileña asume desde el jueves el reto de dar nueva vida a la Carmen de ‘Cinco horas con Mario’.
De cabaretera alegre a viuda resentida. Del desmadre lúdico de los musicales a mujer de negro reprimida. Natalia Millán deja las coreografías y neones de ‘Chicago’, ‘enviuda’ de su exitosa Velma Kelly, y asume el reto de que el público deje de ver el rostro de Lola Herrera en su Carmen Sotillo, esa ‘mujer de negro sobre fondo aún más negro’ de ‘Cinco horas con Mario’. Treinta años después, a aquella imagen de Lola, Natalia apenas le ha añadido una medallita de la virgen sobre su cuello. A partir de este jueves, la versátil intérprete madrileña (1969) arranca un nuevo tiempo en su carrera. Con «humildad y mucho respeto», pero con fuerza para asumir un trabajo que «siempre tuve claro que no quería perderme» y con un nivel de exigencia que «me hace pensar solo en el día a día. No quiero ir más allá».
He oído que no tiene miedo.
¡¿Qué no me da miedo?! Pero… ¡cómo no me va a dar miedo! ¡Me da terror! A veces se transcriben las cosas de una manera y ¡eso no lo he dicho jamás! Miedo sí, pero no me tira para atrás.
Pero al menos sí que ha comentado en los ensayos que es como una vomitona, una catarsis. ¿Le inquieta que se le escape algo fuera de su control?
La vomitona es de Carmen. Seguro que ya había tenido conversaciones o soliloquios con su marido antes porque, por lo que ella dice, se queja de que la atendía menos de lo que quería. Y esa verborrea no ha salido con la intensidad de ese momento, con él de cuerpo presente. Ella tiene gran necesidad de decirle muchas cosas antes de que se vaya del todo. Yo siento que intenta mantenerle vivo porque aún le quiere decir mucho. Y, como él no dice ni pío, se lo puede permitir. Esa es la vomitona, de ella misma, yo solo le presto todo lo mío.
Todo ocurre en un tiempo en el que usted aún no había nacido. A pesar de la intemporalidad de la obra. ¿Cómo se ha ubicado?
En lo formal he buscado referencias de mujeres que podían hablar de esa forma. En la comprensión del personaje ha sido complicado porque ahí tenía que partir de mis propias emociones y sentimientos. Mi forma de ver la vida es muy distinta claro, pero ahí me ha ayudado mucho Josefina (Molina, directora de la obra). Al final siempre encuentras paralelismos aunque sean muy lejanos en apariencia.
¿Podría dar un ejemplo?
Carmen es una mujer de gran sensualidad que no ha podido desarrollarla en su vida. Es algo recurrente en el texto. Las mujeres de hoy tenemos mucha más autonomía y libertad, también sexualmente. Pero siempre hay situaciones en tu vida en las que te tienes que contener. En el caso de Carmen es una constante y eso le crea muchas contradicciones. Sus deseos van por un lado y sus principios dicen lo contrario y ella además los sostiene.
Al final es un tratado de sociología humana que va mucho más allá de 1966, la fecha del autor.
Por encima de lo personal y del retrato histórico, que es apabullante, está el retrato de una pareja. Con sus dificultades, con su incomunicación. Con algo que está muy presente y que yo creo que hacía sufrir a Mario, porque creo que él si era consciente de las cosas, mucho más que ella. Era una relación muy marcada por el machismo, a pesar de que, seguramente, él sufría porque tampoco se podía sustraer. Eso sí le puede sonar a muchas parejas, incluso de hoy, aunque creamos que estamos en lo contrario.
Desde cero
¿Qué es lo que más le ha llamado la atención del guión?
Que estaba todo. Es la suerte de tener un texto así entre las manos. En un mal texto tienes que inventarte todo, aquí no hace falta. Solo hay que abrir las orejas y los sentidos y el señor Delibes te lo da todo. Hasta en la frase más banal hay mucha información.
Lola Herrera sufrió en sus largas giras más de un desmayo en escena. ¿Algún antídoto moderno?
¡Es que es una exigencia de atención y concentración y física también tan grande!… La directora me insiste y me cuida mucho sobre que ponemos en escena lo que necesite: un termo, con café, miel, azúcar… Porque sí es verdad que Carmen nunca sale de escena y siempre se pueden producir bajones.
¿Memorizar el texto ha sido el mayor reto o lo es la omnipresencia constante de su personaje?
¡No ha sido el mayor reto pero sí un suplicio total! Me han preguntado varias veces si me he arrepentido de decir que sí al proyecto..
…¿Y?
Y he contestado que no, a pesar de que sé que es algo gordísimo y no sé qué va a suceder. Es un viaje apasionante que yo no me podía perder. Pero sí, en algún momento he pensado que no iba a ser capaz de aprenderme el texto, a pesar de las horas que le echaba. A veces parecía que mi cerebro había llegado a su límite y no podía asimilar más.
Nadie le negará capacidad de cambio radical de registro respecto a lo que estaba haciendo.
Vosotros soléis preguntar eso de ‘¿no tienes miedo al encasillamiento?’. ¡Pues me parece que yo ninguno! Si haces personajes muy parecidos parece que te mueves siempre en el mismo terreno. Esto te obliga a pegar un viraje total y explorar otras cosas. Luego una cosa siempre alimenta a la otra, pero, partir de cero, el lienzo en blanco, creo que es más interesante.
Y la pregunta al revés. Menchu Sotillo marcó la vida de Lola Herrera. ¿Se ve en unos años recorriendo los escenarios de viuda?
El fenómeno con Lola es irrepetible. Uno no debe ir mucho más allá de la función de cada noche. Lo demás está por llegar y hay que estar con los pies en el presente en este oficio. Y en la vida en general. Es la mejor inversión a largo plazo.
¿Y simultanearlo con otras cosas?
Desde que empezamos los ensayos he tenido dos ofertas de televisión muy interesantes. Y tuve que decir que no porque, hoy por hoy, es tal el altísimo nivel de exigencia que yo no puedo poner mi cabeza en otra cosa.
Al final todos los actores se agarran a algún proyecto teatral.
Todos no pero casi todos. Mi amor verdadero es el teatro que es lo único que hice durante mucho tiempo. Hice televisión por motivos puramente prácticos y no me arrepiento. Aprendes muchas cosas, como esa dosificación de gesto que exige una cámara. Y te beneficias del público de la tele, que permite crear espectadores de teatro.
fuente: nortecastilla.es
Qué bonita entrevista 🙂
Sinceramente, no pensaba que un mònologo asì pudiera debilitar el fisico asì tanto, que Lola Herrera acabò desmayandose varias veces!!! Muy fuerte! Que le den mucho azucar porfavor!!! jajaja
Por cierto, entre todas las fotos de la presentaciòn que han salido en estos dìas, ésta es la que prefiero *_*
Genial la entrevista! ^__^