La policía empieza a investigar el caso de Canfranc

Finalmente Rubín va a ver a Víktor para hablar con él e intentar tranquilizarlo: España es un lugar seguro y el anticuario no tiene por qué preocuparse, pero los miedos de este siguen. Además Jesús le pide que no ponga nerviosa a Angie.

Por la noche Víktor se entera por la radio de que han encontrado un cadáver en un arcón en la estación Renfe de Canfranc.

Al día siguiente la tensión crece entre Angie y Víktor y cuando oyen el teléfono, los dos se asustan. Es una llamada para el anticuario que está intentando vender el sello. Más tarde Angélica se va a buscar unas cosas a la tienda y en el camino se encuentra a Vallejo que le cuenta lo que tuvo que pasar para llevar el arcón que le vendieron ella y su marido a la casa de la sierra. Por unas coincidencias, Angie cree que el inspector está insinuando algo sobre el caso de Canfranc y empieza a tener miedo, cuando el hombre se demuestra como siempre encantado ante su presencia. Angélica se va un poco más tranquila.

Cuando luego Víktor abre la tienda, Jesús va otra vez a verlo y enseguida les alcanza Narciso, que quiere hablar con Rubín sobre el caso de Canfranc: quiere hacer de eso un reportaje para la portada. El redactor-jefe está de acuerdo, pero también le exige que descubra algo más sobre el caso. Víktor se demuestra bastante preocupado mientras los dos hablan. Cuando Narciso se va, Víktor aprovecha para hacerle algunas preguntas a Jesús sobre el cadáver. El amigo le contesta que no se sabe mucho, pero la policía ha descubierto que el arcón en el que iba el cuerpo desfigurado fue facturado en Madrid por una mujer. Rubín cree que no actuó sóla.

Por la noche Víktor se lleva una sorpresa: su mujer ha invitado a cenar a Vallejo y su mujer para demostrarle, en el caso de que el inspector sospeche, que ellos no tienen nada que ver con el cadáver de Rubik. Al anticuario no le parece una buena idea, ya que podrían cometer algún fallo pero lo único que puede hacer ahora es enfretarse a la situación. Mientras tanto ha despedido al hombre al que encargó la venta del sello, desde ahora se ocupará él mismo del asunto. Además su salud no parece perfecta ya que le entran dolores muy fuertes de cabeza.

La cena parece ir bien, aunque el inspector empieza a hablar otra vez como si estuviera insinuando algo sobre la pareja y el arcón en que estaba el cadáver de Rubik.

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