Conocida entre el gran público por sus paleles televisivos, la actriz madrileña atesora una larga trayectoria teatral como demostrará mañana en el Auditorio Barañáin con ‘Cinco horas con Mario’
Lleva ya unos años representando este monólogo de Miguel Delibes, ¿no pretenderá estar 30 años como Lola Herrera?
Es curioso, en breve hará cuatro años que empezamos a ensayar. Al principio, me preguntaban muchas veces si tenía pensado estar tanto tiempo como Lola Herrera, y yo me llevaba a las manos a la cabeza, porque aquel fue un fenómeno extraordinario e irrepetible, y no solo en España, sino en el mundo, pero de repente pasan los años y aquí sigo (ríe).
¿El texto engancha?
Algo de eso hay. Ahora comprendo por qué Lola lo representó durante tantos años, y es que cualquier actor se volvería loco por este texto. A medida que pasa el tiempo lo disfrutas más, le vas sacando punta… Además, reunir a la compañía es facilísimo, porque solo tienes que contar contigo misma (ríe). Aunque también hay que aclarar que, al igual que hizo Lola, yo tampoco estoy todo el rato representando la obra. La haces unas semanas, luego descansas, más tarde estás con otra cosa, te llama el productor y te propone un par de bolos y si puedes, vas… La voy retomando entre otros trabajos, de hecho, en estos cuatro años he hecho muchísimas cosas más. Ahora me va a resultar un poco más complicada hacerla porque me he comprometido con un clásico para una temporada entera, pero si después me llama José Sámano y me dice que hay peticiones de teatros, yo encantada y feliz.
¿Qué tiene la obra para atrapar tanto a actrices y a público?
Para empezar, en cuanto coges el libreto por primera vez te das cuenta de que el personaje ya suena en el papel. Luego, cuando investigué un poco sobre Delibes, me gustó una cosa que solía decir, y es que necesitaba encontrar el tono para crear un personaje. Y desde luego con Carmen Sotillo lo consiguió, está muy viva desde la letra. Es una mujer con un discurso aparentemente simple, y sin embargo cuántas cosas cuenta el autor a través de sus palabras… En su monólogo hay drama y comedia, de la mano todo el rato, y es un auténtico placer interpretarlo. Ojalá los actores siempre tuviéramos textos tan buenos.
En Cinco horas con Mario nos habla de este matrimonio, pero sobre todo de la sociedad que les rodeaba.
Una de las genialidades de Cinco horas con Mario es cómo traza un retrato de todas las partes. Con lo que dice ella, aun con los reproches, vas descubriendo a Mario, todo lo bueno que tenía… De la mano de todo lo que ella odia descubres esa otra parte de la sociedad, ella lo pinta en negativo, pero tú lo ves en positivo. Fue el recurso maravilloso que Delibes encontró para eludir a la censura. Todo el discurso de ella era incensurable para el pensamiento de la época, y, sin embargo, él metió toda su crítica ahí.
La protagonista es una mujer difícil de defender, habrá tenido que buscar puntos de encuentro para darle vida.
Al principio reconozco que pensé «Dios mío, a ver cómo hago esto», aunque luego me di cuenta de que hay referencias de esa forma de ver la vida en todo lo que nos rodea. Me acordé de un pariente, de una vecina… Pero también había cosas que me costaba mucho entender, afortunadamente ahí tuve junto a mí a Josefina Molina, que dio luz a todo y me ayudó a comprender mucho mejor toda esa época. Al final incluso le cogí cariño a Carmen, no hay que olvidar que en realidad es una víctima de la sociedad y representa a la mayor parte de las mujeres. Muchas de ellas estaban oprimidas por su propia mentalidad, que se la había metido sus madres y a ellas sus abuelas.
Afortunadamente, las mujeres hemos avanzado, aunque todavía queda mucho trabajo por hacer.
Exacto, claro que queda, pero de lo que hubo a lo que tenemos hoy hay mucha distancia. Y lo hemos conseguido en pocos años. Aunque, bueno, ahora parece que hay ciertas involuciones; algunos sectores abogan por volver un poco a lo de antes y por eso hay que estar ojo avizor y alerta.
¿Cómo lleva la soledad en escena?
Nunca había hecho un monólogo, a veces me había tocado estar con pocos compañeros sobre el escenario y otras veces con muchísimos, sobre todo en los musicales, pero esto era nuevo para mí. Era una incógnita y resulta que me gusta mucho (ríe). Esta situación tiene algo de trance, no hay nada que te distraiga: estás tú sola, con la vida de esta mujer y la concentración es extrema. Y menos mal, porque si te equivocas no hay nadie que pueda ayudarte. Por todo eso también hay mucha más conexión con el público. La verdad es que es un viaje fascinante.
¿Cómo hace para compaginar este montaje con otras propuestas como el musical ¿Hacemos un trío? y con proyectos televisivos como Velvet?
Parece más de lo que en realidad es (ríe). Hay tiempo de sobra para todo. Hasta hace poco solía decir que prefería centrarme en un solo proyecto porque creía, y lo sigo creyendo, que es así como se hacen bien las cosas, pero, lamentablemente, hoy en día con un solo trabajo no llegas. Hay semanas como esta en las no grabo en la tele, otras grabo un par de días… Hago tantas cosas porque las tengo que hacer y si sabes de alguna más, dímela por favor (ríe).
No está la situación para rechazar ofertas.
No, no. La crisis es tremenda para nosotros, pero para todos en general. Si la gente tiene dificultades para llegar a fin de mes, imagínate para ir al teatro. ¿Hacemos un trío? la producimos los actores y es un milagro que ganemos algo. Lo que pasa es que es nuestro proyecto, nos encanta y queremos hacerlo, pero es un momento muy duro.
Creo que pronto estará en el nuevo programa de entrevistas de Telecinco Hable con ellas.
Lo que decía, fíjate en la cantidad de cosas que me tengo que meter (ríe). Esto es una osadía, todavía no hemos empezado y tengo miedo porque este sí que es un terreno que no es el mío. Acepté cuando me dijeron que iban a estar Sandra Barneda y Beatriz Montañez y cuando vi que el formato de Estados Unidos en el que se inspira tiene muy buena pinta. Me siento un poco en la cuerda floja, pero estoy dispuesta a aprender lo que haga falta.
¿Le van los retos?
Me gustan porque soy inquieta y porque me encanta aprender. Aparte de eso, es que la vida está llena de desafíos y hay que afrontarlos. El momento actual, además, es un momento de retos. Están casi a cada paso que damos.
Va a coincidir con este programa, con Velvet’y con Dreamland, que se estrena esta noche, ¿no le parece que la tele se ha vuelto un poco loca y casi se está más pendiente de lo que hace el de al lado que de cuidar lo propio?
Sí, y eso crea mucha confusión, y no solo en los espectadores, que entiendo que a veces se enfaden, sino también en nosotros. Por ejemplo, contábamos con que Velvet se estrenara en septiembre o en octubre, pero se fue retrasando. Llega un momento en que una serie se termina de grabar, pero no se ha emitido y hasta que no se emite no se sabe si funciona o no, y entonces estás tres meses parado hasta que se decide si se graba la segunda temporada. Para los espectadores es muy incómodo y para los actores es dramático.
Ha trabajado en teatro de texto, en musicales, en cine, en televisión, parece que ya no existen tantos recelos entre actores de un formato y de otros.
Así es, además, todos los actores sabemos que salir en televisión es un reclamo para que luego la gente te vaya a ver al teatro, que es nuestro territorio natural. Además, las series de televisión cada vez se hacen con más calidad y eso también es un aliciente.
fuente: noticias de Navarra