«Estar sola en el escenario es apasionante, como vivir un trance»

Natalia Millán es Carmen Sotillo en 'Cinco horas con Mario'

La intérprete llega al Gran Teatro metida en la piel de Carmen Sotillo, la protagonista de ‘Cinco horas con Mario’, obra de Miguel Delibes y dirigida por Josefina Molina

Natalia Millán es Carmen Sotillo en 'Cinco horas con Mario'

Natalia Millán (Madrid, 1969) llega esta noche y mañana (21:00) al Gran Teatro metida en la piel de Carmen Sotillo, la protagonista de Cinco horas con Mario, una obra dirigida por la cordobesa Josefina Molina y que ha supuesto un reto para la actriz y bailarina. Tras encabezar el reparto de los musicales Cabaret y Chicago, Millán se introduce en esta obra de Miguel Delibes que se representó por primera vez en 1979 y ha estado interrumpidamente durante más de 20 años en cartel.

Cuando en 2010 comenzó la gira de Cinco horas con Mario tenía una gran responsabilidad ya que el papel de Carmen Sotillo iba unido a Lola Herrera. ¿Cómo ha conseguido hacerse con este personaje?
En primer lugar, con muchísimo respeto por el trabajo de Lola Herrera, a quien yo admiro y quiero mucho en el terreno personal porque he tenido la gran suerte de trabajar con ella. Así que me tenía que acercar con humildad, con respeto y con devoción por un texto como es el de Miguel Delibes. Tuve una suerte grandísima porque el legado que llegó a mis manos a través de Josefina Molina era todo el conocimiento acerca de la obra que habían recogido desde el año 79 hasta 2010. Lola lo representó de forma intermitente a lo largo de ese periodo. Me llegaba una información muy valiosa sin la cual habría sido muy difícil llegar a construir el personaje. A la vez me dieron una gran libertad para que creara el personaje, con lo cual a mí el resultado por lo menos me satisface y me hace disfrutar muchísimo. Y la verdad es que la experiencia con el público desde el estreno hasta aquí es que también lo disfruta mucho.

¿Qué es lo más difícil de este papel?
Realmente el texto de Delibes es tan rico, tan maravilloso y tan prolijo que te facilita el camino. Lo más trabajoso ha sido quizás memorizarlo. Es muy duro porque yo creo que si junto todos mis anteriores trabajos en teatro probablemente no sé si el texto llegaría al de Cinco horas con Mario. Es mucho texto y sin ningún apoyo de nadie que te haga una réplica para tú coger el hilo. Tú tiras de la madeja todo el rato; por eso aprenderlo fue muy difícil. Sin embargo, otro aspecto que me daba un poquito de miedo es que fuera un monólogo, estar sola en el escenario, pues eso realmente es apasionante, es como vivir un trance teatral. Te metes en una especie de túnel y vas sin mirar ni a derecha ni a izquierda ni arriba ni abajo durante la hora y media que dura la función hasta que llega la luz del final en los aplausos, cuando se enciende el patio de butacas. Eso es muy apasionante, esa es una sensación que me gusta muchísimo porque además sólo puedes hacerlo con una concentración absoluta, así que al final no te sales en ningún momento del personaje, no dejo de ser Carmen Sotillo desde el principio hasta el final. Es una experiencia realmente maravillosa, yo estoy encantada.

¿Le pidió consejo a Lola Herrera?
La llamé inmediatamente porque yo necesitaba que a ella le pareciera bien y me dio un consejo realmente maravilloso. Yo estaba encantada con la idea de hacer este personaje pero también me daba mucho respeto y me asustaba un poco. Y ella me dijo: «Tranquila y confía en el texto porque ahí lo tienes todo». Y es una verdad como un templo. Es un consejo sencillo pero una clave maravillosa porque todo está en el texto de Delibes: el personaje de Carmen Sotillo, el de Mario, todos los que pasan a lo largo de la función, el ambiente que se respiraba… Todo está ahí, no hay que inventar mucho. Todo el rato tenía el deseo de ser un vehículo lo más puro posible entre la pluma de don Miguel y el ojo y el oído del espectador.

¿Cómo es su relación con la directora, Josefina Molina?
Fabulosa, ella es una mujer maravillosa que no en vano acaba de ser premiada con el Goya de Honor. Además me encanta representarlo justo ahora en su ciudad, en su tierra. Es una de las mujeres más valiosas que hay en el panorama cultural español, la que fue en su momento la primera directora de cine… Además, en este caso, al ser mujer empatizar es mucho más fácil que si hubiera sido un director. Entender a Carmen Sotillo desde las entrañas no es fácil y yo creo que era la persona perfecta para conducirme, darme la mano para recorrer este camino. Además tiene la experiencia acumulada de todos estos años de Cinco horas con Mario desde que Lola Herrera lo estrenó allá por el 79. Así que yo no podía haber estado en mejores manos.

¿Tiene vigencia esta obra?
Absoluta. Primero porque está muy bien no perder la memoria, saber de dónde venimos, porque tenemos que estar muy contentos de lo que hemos evolucionado, sobre todo las mujeres. Está muy extendido decir que esta obra es un clásico aunque tiene medio siglo de vida, que históricamente es muy poquito, pero es un clásico porque los clásicos siempre trascienden lo temporal. Lo que pone Delibes sobre la mesa son cosas que toda la vida han importado y siempre importarán. Hay muchos mensajes que se pueden leer en esta obra pero el más interesante es el tema de la comunicación. Los miembros de esta pareja eran muy distintos, de alguna manera representan las dos Españas, se querían y necesitaban pero no se comunicaban lo suficiente, entonces la relación se empobreció. La conclusión es que si se hubieran comunicado habrían entendido al otro, podrían haber llegado a consensos y habrían evolucionado los dos. Esto se puede trasladar a la relación amorosa, a la familiar, a la amistad… Siempre es más lo que nos une que lo que nos distancia.

¿Se ve durante muchos años en este papel, como su antecesora?
Esto es lo que yo no podía evitar plantearme y al principio era como «no, por Dios, tantos años es imposible, eso es un fenómeno irrepetible», y sigo pensando que es una cosa excepcional. Ahora sí te digo que es una función tan maravillosa que no vería momento de dejarla porque realmente es un placer y un gustazo muy grande para mí y una necesidad de contárselo a los demás, de que participen de este espectáculo. En cada función me reafirmo en que la gente lo disfruta. Y cuando este milagro pasa con una obra te apetece formar parte de ello y que esté en los escenarios.

fuente: El Diario de Córdoba

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