Natalia Millán ha tomado el relevo de Lola Herrera en el papel de Carmen Sotillo en la famosa tragicomedia de Delibes ‘Cinco horas con Mario’. Se representa hasta hoy en el teatro El Musical. La actriz de ‘El internado’ y ‘Un paso adelante’ aprueba con nota en un monólogo con el que repasa la España de posguerra. Que bien podría ser la de hoy en día.
Todavía le recuerdo en su papel de Cenicienta cajera en la serie ‘El súper’. ¿Se imagina de nuevo en un serial diario?
No lo sé. Una serie diaria es un esfuerzo muy grande porque hay que estudiar muchísimo. Es un capítulo cada día y todo se verbaliza, la palabra tiene una importancia tremenda. Hay que estudiar unos volúmenes de texto ingentes. En las series semanales hay más escenas visuales. Yo de ‘El súper’ tengo gratos recuerdos, entre ellos, que allí acabábamos de rodar puntualmente cada día a las cinco de la tarde, cosa que ya no ocurre en ningún sitio. De esa manera era más fácil mantener la conciliación familiar. Ojalá hubiera ahora esos horarios.
¿Y ahora en el súper cuando hace la compra le reconocen mucho?
Bueno, lo curioso es que hay mucha gente que me recuerda por ‘El súper’, date cuenta que fueron cuatro años. Por lo general me reconocen bastante, pero lo llevo bien.
Y más después del éxito de ‘El internado’. El ser un rostro televisivo popular ayudará a que la gente vaya al teatro a verla, ¿no?
Sin duda. Me siento orgullosa de haya mucha gente joven que venga al teatro a verme. Quizá si no me conocieran de ‘El internado’ no vendrían. Estoy encantada de haber captado nuevo público para el teatro.
Vamos, que se aprovecha de la tele…
Claro, trato de capitalizar. Y me aprovecho, me aprovecho mucho.
Durante un tiempo ha combinado la serie con la representación de ‘Cinco horas con Mario’ sin volverse loca. ¿Algún truco?
Organización sobre todo. Además he tenido la suerte de que la productora de la serie me permitía ir únicamente dos días. Se han portado muy bien.
¿Por qué le ofrecen principalmente papeles dramáticos?
Bueno ‘Cinco horas con Mario’ es una tragicomedia y ‘Chicago’ y ‘El mercader de Venecia’ eran dos comedias. Sí que es verdad que en la tele me dan siempre el mismo perfil dramático. Hace unos días me estuvieron comentando un papel y también iba por ahí, de una mujer con problemas, con miserias…
Homenajee a Berlanga escogiendo un papel de su filmografía…
No sabría decirte. He lamentado mucho su muerte y ha ocurrido justo ahora que venía yo a Valencia. Estos días pensaba en la conexión entre Berlanga y Delibes, dos seres capaces de retratar ese momento tan difícil de la posguerra, con un bisturí tan preciso diseccionan a la sociedad española pero sin perder la ternura de los personajes.
¿No le impuso tener un Delibes entre sus manos?
Mucho, pero es un placer. Trabajar con un texto de un autor como él te facilita el trabajo.
Es una lástima que no vaya a poder ver esta nueva versión de su Carmen Sotillo, ¿no?
Pues sí, lo lamento. En Valladolid todo fue maravilloso, conocí a la familia de Delibes y todos fueron cariñosísimos y cálidos.
¿La sombra de Lola Herrera es alargada?
Claro, pero es maravillosa. Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.
Es un referente que no hace sombra, ¿no?
No ha sido mi referente pero sólo por una razón. He visto su versión pero no la recuerdo al detalle.
¿Con quién pasaría usted cinco horas sin dudarlo? Alguien que no esté en su círculo amistoso…
Qué complicado (duda). ¿Sabes con quién? Con Santiago Carrillo. Le inventé a ver ‘Chicago’ y no pudo venir y ahora quiero conseguir que venga a ‘Cinco horas con Mario’.
Y con quién ni cinco minutos…
Con muchísima gente, pero eso no te lo voy a decir.
¿’Cinco horas con Mario’ sirve para conocer mejor las miserias del ser humano?
La gente va a ver teatro para conocer mejor las miserias y las grandezas del ser humano. Ocurre con todas las grandes obras.
¿Le ocurre como a Carmen Sotillo que deja pasar los problemas sin resolverlos?
No lo sé, seguro que hay alguno que dejo pendiente…
A simple vista hubiese dicho que no tiene nada de Carmen Sotillo.
Seguro que tengo muchas cosas. En principio es muy diferente de como yo me veo, pero no debemos pecar de soberbios. Delibes, al final de la obra, dice en boca del hijo de Carmen: «todos somos buenos y malos, es preferible reconocerlo así y desterrar la hipocresía». Todos tenemos una Carmen Sotillo dentro. Lo que hay que hacer es saberlo y tener cuidado con ella.
¿Hay que estar muy seguro de uno mismo para subir a un escenario y defender un monólogo de hora y media?
No sé si lo que mueve a una persona a subirse a un escenario sea la seguridad en uno mismo o más bien buscar esa seguridad. De todos modos no siento nunca que estoy sola, me encuentro muy arropada.
Sacó billete desde Chicago a la España de los años 60. ¿Cómo ha ido el viaje?
Ha sido una locura, pero ha estado muy bien este cambio. Es un privilegio de los actores el poder cambiar de piel. Es estupendo interpretar personajes tan distintos, si fuesen parecidos sería más difícil.
fuente: lasprovincias.es