Regresa a Valencia con el espectáculo musical ‘Hacemos un trío’, que supone un repaso a las canciones que marcaron su trayectoria teatral y las de sus compañeros de reparto. Natalia Millán demuestra su talento interpretativo y de ritmo en el Flumen.
¿Los tríos funcionan sólo en teatro?
Pueden funcionar bien y en cualquier situación. El mío, sobre las tablas, es muy satisfactorio. Marta Valverde y Alberto Vázquez y yo nos conocemos desde los 80, cuando empezábamos a hacer teatro y un día decidimos contar nuestras peripecias, vivencias y anécdotas de los musicales por los teatros españoles. Queremos romper la cuarta pared y bajamos al patio de butacas, porque queremos contar lo que sentimos, sin máscara.
¿Cuánto hay de autobiográfico o de muy pegado a la realidad de mundo de las tablas en este montaje?
Casi todo es real, salvo los sketches relacionados con los tríos. En el espectáculo contamos las anécdotas propias, nos reímos de nosotros mismos, relatamos qué sentimos cuando nos subimos a un escenario y exageramos.
La revitalización de un género tan digno como el cabaret ¿está relacionada con los periodos de crisis?
Sí, la historia nos dice que es un género para tiempos en crisis. ‘Hacemos un trío’ es cabaret, musical y algo más inclasificable. El teatro es un espacio de diversión y de libertad pese a quien pese y caiga quien caiga. Vendrán tiempos mejores y vamos a pelear por ellos, pero mientras disfrutemos de lo que tenemos.
Parafraseando a los políticos, ¿en teatro lo peor ya ha pasado?
Yo no lo sé, hasta que no lo vea no puedo decirlo. De lo que sí estoy segura es de que nada va a poder con el teatro, ni los señores que ostentan el poder van a acabar con él. El teatro siempre estará vivo aunque ahora las estemos pasando de todos los colores.
¿Se impone el teatro ‘low-cost’?
‘Hacemos un trío’ es ‘low-cost’ a nivel económico, porque somos productores modestos, pero nos hemos implicado al máximo.
Las tablas exigen lo máximo a una actriz, tanto si hace un musical estilo ‘Cabaret’ como si protagoniza ‘Cinco horas con Mario’, ¿no?
Sí. Cuando decidí a dedicarme a esto mi deseo era cambiar de piel, hacer cosas dispares y alejadas de mí. Es muy divertido huir del encasillamiento.
En tres ocasiones trabajó bajo la dirección del desaparecido Adolfo Marsillach, ¿cómo recuerda a este mito del teatro español?
Es uno de los grandes hombres del teatro español. En ‘Mata-Hari’, mi primera colaboración con él y con el musical, estaba fascinada. Recuerdo que me colaba en los ensayos para ver cómo ensayaba Concha Velasco. En las clases y en las escuelas he aprendido mucho pero sobre todo me he empapado cuando he visto a trabajar a mis compañeros, tanto ‘mis mayores’ como la savia nueva. Fue un privilegio trabajar con Marsillach y con la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Era muy exigente, pero trabajar con el fue un privilegio porque era un genio, con una mente muy rápida y brillante.
¿Cuándo vuelve a la televisión, pero no a dar saltos en trampolín?
Dentro de nada. En marzo o abril se estrenará ‘Galerías Velvet’ en Antena 3 y Cuatro también está a punto de programar de ‘Dreamland’, que es una serie musical de un factura increíble. La ficción está ambientada en los años 50 y 60 y los números musicales son impactantes.
fuentes: lasprovincias.es