«Hay tantas utopías por perseguir. En cuanto uno mira un poco como está el mundo: las injusticias, los intereses económicos, los enfermizos que hay en todas partes. Mí utopía sería pensar que ésto algún día va a cambiar y que la Navidad llegaría a todos los lugares del mundo. Las utopías siempre son imposibles, por eso son utopías, pero creo que es importantísimo tener alguna.»
Autorretrato
He pasado grandísimas crisis. Más bien mi vida ha sido absolutamente bohemia y a veces sobrevivir ha sido durísimo. Además yo me fui de casa de mis padre muy pronto, una cosa que ahora no está nada de moda. Yo necesitaba salir adelante por mí misma y las he pasado canutas, las he pasado de todos colores. Y yo qué sé, por estar en compañías de teatro – en la compañía de “Teatro de la danza”, que me encantaba estar ahí – y para poderme mantener con lo que ganábamos, los fines de semana tenía que cantar boleros en bodas y bueno, hay muchas anécdotas muy divertidas. Pero sobre todo hubo un momento en el que entré en una crisis profunda y además estuve a punto de irme a vivir fuera de España. Lo estuve pensando y hice un curso de masaje, porque todo lo que tiene que ver con el cuerpo me gusta mucho, entonces hubo un momento en que me lo planteé.
Eres una abanderada de la maternidad. ¿Dónde queda la madre cuando interpretas a Sally Bowles cada noche?
Bueno, la madre no queda en ningún sitio porque lo que más fuerza me da en esta vida es precisamente ser madre, o lo que más fuerza me da, es mi hija. Entonces además precisamente en Sally Bowles se plantea un drama tremendo de la mujer que es cuando se ve la situación de decidir si asumir su maternidad cuando ya está en marca o no. Sally Bowles aborta durante el espectáculo, entonces no queda tan lejos y al tener el referente personal mío, ésto se convierte en un gran drama para mí.
Has entrado en el pasado de Sally Bowles. ¿Cómo es?
La Sally Bowles original, que fue un personaje real, una mujer que existió en aquellos años veinte/treinta, realmente tenía una gran parte de ingenuidad, que es lo que todos conocemos por la película. Tenía esa cosa un poco esnob, un poco pueril muy divertida, pero el personaje real tenía un lado muy mezquino, había algo muy mezquino en Sally Bowles, muy interesado y yo estoy segura de que al autor no le cayera muy bien.
¿Qué tiene vuestro Cabaret que no tenía la película de Liza Minnelli?
Pues lo que quiero decir es que la película la adoro, pero me gustaría hablar un poco de la función. Creo que es más sincera con la realidad que cuenta, tiene una estética más dura, tiene una procacidad más descarada que la película. La película era más elegante y creo que esa procacidad se identifica más con la realidad que se está contando. Era un momento de procacidad tremenda, pero no de la procacidad sexual, sino de un momento muy obscuro a nivel político y social, entonces creo que esa esencia la tiene la función. La transmite de una forma más fuerte al espectador.
¿Qué te ha contagiado Sally?
Es muy vital, tiene mucha energía y tiene una cosa muy divertida, muy de exteriorizar todo lo que le pasa, muy de moverlo todo, de bailarlo todo y de hacer espectáculo con todo. Yo quizá soy un poco más sobria en el trabajo, hasta ahora había sido más sobria y este personaje me permite ser mucho más istrionica, entnces esto me divierte.
¿Se puede llegar a amar el lado oscuro de la persona a la que quieres?
Creo que la única forma de amar a la persona a la que quieres, es aceptando, amando ese lado oscuro. Creo que la diferencia entre el enamoramiento y el amor es que en el enamoramiento realmente has hecho una fantasía sobre la persona amada y en esa fantasía todo es hermoso. Cuando se pasa del enamoramiento al amor, creo que es cuando descubres ese lado oscuro, que todos tenemos, y lo aceptas y lo amas. Bien entendido siempre que a ti no te haga daño este lado oscuro.
Como cantante has grabado discos. ¿Qué has experimentado en especial con la música?
Bueno, tengo que decir que he grabado haciendo coros. He hecho unas pequeñas intervenciones y una un poquito más grande y muy especial en un disco de Luis Eduardo Aute, que para mí fue una experiencia muy buena porque además no se despegaba mucho de mi lado de actriz. Había un par de poemas recitados y luego en la gira posterior las actuaciones tenían algo de puesta en escena teatral que era muy interesante. Y él es una persona fascinante, entonces esa experiencia en concreto fue muy enriquecedora. No fue uno de sus trabajos de más éxito y sin embargo yo creo que es un trabajo muy muy especial. A mí me gusta mucho. El disco se llamaba ‘Templo’.
Cuando trabajas mucho tiempo con los mismos actores, ¿se produce el contagio entre las formas de actuar de unos y de otros?
Yo creo que sí. ¡Hombre!, para un actor es tan importante su personaje como el personaje que tiene en frente. Es tan importante lo que le das como lo que recibes, entonces entre los dos es como una conversación entre dos personas en la calle y aunque el guión esté prestablecido, yo creo que que sí que hay intercambio, influencia…
Imagina un escenario vacío, un foco, una actriz y nada más. ¿Qué puede pasar?
El atración del abismo, ¿no? Es algo que siempre he pensado que debe ser maravilloso hacer un monólogo en un escenario. Pero lo que pasa es que creo que hay que tener un peso como actor tremendo, como para poderlo asumir. Cuando haces un monólogo estás tú solo, llegas solo, hablas solo, interpretas solo, luego el momento del aplauso el saludo, se cierra el telón y te vas a tu camerino solo. Es una experiencia dura, pero bueno, espero algún día poderla experimentar.
La mandrágora es un narcótico con virtudes extrañas y capaz de producir sueños inconfesables. Dime hasta ahora cuál era tu sueño inconfesable.
Pues no sé si me encuentro preparada para todo eso (risas). Es más: debe ser tan inconfesable que en este momento se me nubla la mente y no doy con él.
fuente: RTVE (13.12.2004)