Ser una mujer de carácter y sensible es lo que comparte Natalia Millán con Almecna, su personaje en Anfitrión , el segundo espectáculo del Festival de Teatro de Mérida. La obra, en la que también actúan Roberto Alvarez, Jorge Roelas, Patxi Freytez, Juanjo Cucalón y María Felices dirigidos por Juan Carlos Pérez de la Fuente, es una adaptación del texto de Plauto firmada por Eduardo Galán, que se estrenó el miércoles y está hasta el domingo.
Ya ha cumplido el sueño de subirse a las tablas del teatro romano, ¿qué sintió?
Bueno, mi sueño y el del cualquier actor. Sentí esa sensación de que te contemplan 22 siglos de historia, algo escalofriante en el mejor sentido de la palabra. Sentir que hace tantísimos años se construyó un espacio así para los actores y para deleite del público es muy emocionante, te dice que no te has equivocado escogiendo este oficio.
¿Y de esa sensación de volver a aquellos maravillosos 80?
Sí que fueron maravillosos, ¡qué yo los viví plenamente! (risas). Aunque la estética que se utiliza en la función sea de los 80, la versión es absolutamente plaútica. Es un pequeño guiño a la actualidad sin concesiones. Estuvimos ensayando un mes antes de ponernos el vestuario y durante ese tiempo nos sentíamos en una de romanos, pero, de repente, llegó el vestuario, con estos pelos, estas ropas, estos tacones,… nos resultó divertidísimo.
¿Con qué escena se queda?
La escena del encuentro con Anfitrión después de todos los equívocos y líos. Esto genera un estupor en medio de momentos tremendamente divertidos para el público pero muy dolorosos para la pareja, que no entiende nada. ¡Ay, mira! Me acuerdo y se me ponen los pelos de punta (risas).
Si pudiese repetir, ¿volvería con comedia o drama?
Me gusta muchísimo la tragicomedia porque creo que es lo que más se parece a la realidad. Me gusta emocionar y divertir a la gente. Además, un momento de emoción al lado de una sonrisa tiene más valor; se potencian el uno al otro, como en la vida.
Durante la presentación de la obra comentó que subirse a este escenario le suponía una reconciliación con su oficio, ¿a qué se refería?
Es un oficio en el que hay momentos, como en todo, en los que llegan dudas, pero si había alguna en mi vocación, al pisar este escenario se disiparon. Piensas que si se han dedicado a esto desde hace tantos siglos y el público ha ido a verlos, merece la pena. Fue muy bonito, sentí la energía de actores que me comunicaban a través de las piedras y que me subían por las piernas.
¿Cómo ve la crisis que atravesó el festival el año pasado?
El festival está ahora mismo en unas manos magníficas, las de Jesús Cimarro, un gran gestor teatral al que le auguro el mejor de los provenires. Todos sabemos que estamos en momentos difíciles en los que hay que tener paciencia y pensar que todo se irá solucionando.
La hemos podido ver en televisión, cine y teatro, donde ha interpretado, bailado y cantado, pero ¿qué es lo que más le gusta a Natalia Millán?
El teatro, un lugar mágico y sagrado. Es el territorio por excelencia del actor, donde puede desarrollar toda su creatividad y tener todo su tiempo de ensayo. Después, a partir del estreno, llegan las funciones, que es cuando empieza a tomar vida propia el personaje.
Interpreta a Angélica Valdés en Amar en tiempos revueltos. ¿Le ha sido difícil compaginar ambos proyectos?
La última etapa de grabación como Angélica coincidió con los primeros ensayos de Anfitrión , momentos que sí fueron más duros, sobre todo porque aún seguía con Cinco horas con Mario . Recuerdo un fin de semana en Mallorca, con Cinco horas con Mario , que no pude salir del hotel donde estuve encerrada estudiándome Anfitrión . El trabajo de ensayos ha sido intenso porque Pérez de la Fuente es un director muy exigente: él se entrega al cien por cien y, de la misma forma, exige que los actores estén en toda su energía. Intenso pero muy gratificante, y aún más, con estos maravillosos compañeros, grandísimos actores.
fuente: elperiodicoextremadura.com