«No me creo por encima de nadie»

Hablar de Natalia Millán es hablar de una de las artistas más completas de España. Rostro conocido por participar en series de televisión de éxito como ‘Un paso adelante’ o ‘El internado’, pocos saben que detrás del brillo de las cámaras se esconde una todoterreno del mundo de las artes escénicas. Su sólida formación le permite interpretar, cantar o bailar a la perfección. O todo a la vez, como demostró durante tres temporadas en el exitoso musical Cabaret, del que fue protagonista. Pero a pesar de su probada versatilidad, donde más disfruta es en el teatro. Y en él la disfrutamos nosotros.

Las tablas del madrileño teatro Infanta Isabel acogen la representación de uno de esos clásicos que todo el mundo debe conocer, ‘El mercader de Venecia’, de William Shakespeare. Natalia Millán se hace cargo del papel femenino principal, el de Porcia, un personaje que, según confiesa, le apasiona.

Aunque la obra está ya muy rodada, ¿Madrid sigue imponiendo lo mismo?
Hombre, siempre es un lugar complicado. Los críticos suelen ser más duros y siempre te pones un poquito más nerviosa, pero dentro de eso tenemos una relativa seguridad en lo que estamos haciendo.

Para el que no conozca la obra, ¿qué se ve a encontrar en el Infanta Isabel?
Pues el que no conozca El Mercader de Venecia que haga el favor de venir inmediatamente, que es una obra que no se puede desconocer (risas). Además, es muy divertida. Siempre parece que los clásicos suenan muy solemnes y parece que va a ser un ladrillo, pero es todo lo contrario. Cuando algo tiene tanta calidad que perdura a través de los siglos, es porque gusta. Shakespeare vivía de sus obras y tenía que entretener a la gente porque si no se le iba. Aparte de una obra maestra hay que decir que es muy comercial.

Todo ello en una versión bastante fiel a la original…
Sí, la versión es de Rafael Pérez Sierra y él mismo dice que ha sido muy fiel a la palabra de Shakespeare. Todos nosotros tenemos la sensación de ser meros mensajeros. Esa palabra del genio hay que llevarla al espectador de la manera más pura posible.

Y con el amor como tema central, aunque no el único.
Fíjate, es que no hay un solo tema central, es un retrato de la vida en realidad. Va de la comedia a la tragedia, y entre la risa y el llanto y la felicidad y el dolor, está el amor. Eso es la vida, ¿no?

Eres una de las artistas más completas de España. Cantas, bailas e interpretas, todo ello con una sólida formación detrás. ¿Te sientes por encima de la media?
No, para nada. Dios me libre de creerme por encima de nadie. Cuando uno pierde la humildad, mal asunto, porque deja de aprender. Hay gente en España muy preparada en muchas disciplinas. De hecho, yo durante muchos años sólo ejercí mi faceta de actriz. Cuando retomé lo demás fue a raíz de ‘Un paso adelante’.

Serie de la que guardas un gran recuerdo…
Sí, me enteré del proyecto, de que necesitaban una profesora de ballet y dije, ¡esta es la mía!. Y había mucha gente que no sabía de mis otras facetas. En los casting me preguntaban si iba a poder bailar. Y les dije “mira, como actriz me conoces. De lo demás respondo yo, confía en mí”. Y a pesar de que hacía años que no bailaba, lo pude desempolvar un poquito.

Tardaste en dar el paso a la televisión. ¿Eso cambió todo?
Sí, cambió mucho. A mí las cámaras no me atraían nada. De hecho me da mucha vergüenza hacerme fotos, yo no tengo un book de actriz. Tenía miedo a las cámaras y además, donde me siento de verdad a gusto es en el escenario. Se parece mucho más al jugar de los niños, que es de las cosas más bonitas de este trabajo. Pero fui mamá, me tomé un tiempo de reflexión y me di cuenta que tenía que abrirme, porque el teatro es muy bonito pero había que mantener una familia. Y tuve mucha suerte en los casting, a la primera me cogieron. De hecho, hasta que no salí en televisión no me dieron un papel protagonista.

¿Te puedes quedar con un personaje de todos los que has hecho?
Pues sí, con mi personaje en ‘El mercader de Venecia’. Porcia es fascinante, vital, inteligente, divertida, valiente… Es una maravilla. Aquí Shakespeare demuestra que era un pionero del feminismo.

Dejaste temporalmente la interpretación por la maternidad. ¿Por qué lo dejarías definitivamente?
Pues no lo sé, pero tampoco soy una obsesionada. Me gusta mi trabajo, pero trabajar es una maldición bíblica (risas). En serio, me considero una privilegiada, pero no tengo obsesión. Si un día me puedo permitir retirarme, hay muchísimas cosas en la vida que disfrutar, que leer, que hablar.

fuente: A2 Prensa (25.06.2009)

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