Me imagino que estará triste por que acabe la serie…
Me da mucha pena porque llevamos mucho tiempo trabajando, pero esto es así y lo tenemos que asumir: son contratos por obra.
¿Era este el momento apropiado para clausurar El Internado?
Creo que está bien que acabe aquí. Son tantos ya los misterios que es posible que el público quisiera saber ya cómo acaba este engranaje.
Los audímetros mostraban cierto cansancio en el espectador…
No sigo el tema de las audiencias, salvo que sea una cosa muy llamativa. No es que no me interesen, porque mi trabajo depende de ellas. Pero no vivo pendiente. Ya hay gente que las analiza y las controla. Yo me mantengo al margen: con aprenderme los guiones tengo bastante.
¿No le parece excesivo que les hayan hecho firmar una cláusula de confidencialidad?
Tienen una cierta política de secretismo que a veces los actores no compartimos porque queremos saber todo sobre nuestros personajes. Pero hay una política de confidencialidad que tenemos que firmar porque, quieras o no, el boca a boca acaba siendo muy poderoso. Se desvelarían misterios que pueden ser golpes de efecto importantes.
¿Usted conoce ya el final?
No. Le pregunté cómo acaba al director, Jesús Rodrigo, y me contestó en broma: «Acaba bien». Seguro que va a ser sorprendente, pero es una conjetura mía.
¿Y cómo le gustaría que fuera?
A mí es que la serie me lleva sorprendiendo desde el primer capítulo. Siempre pienso que la fantasía de estos guionistas es ilimitada. Tengo curiosidad por saber cómo se enlazan unas cosas con otras y cómo se da explicación a todas las cosas extrañísimas que han sucedido.
¿Qué ha significado en su carrera su paso por esta serie?
Un cierto orgullo por formar parte de un proyecto que fue muy valiente e imaginativo en un principio. Abordaba un tema muy nuevo que se apartaba de lo de siempre: la serie de polis, médicos, familiar… Recuerdo que en la primer rueda de prensa había ciertos reparos y preguntaban si iba a ser como Harry Potter. Había un poco de cachondeíto.
¿Le ha sorprendido el exitazo que está consiguiendo con su papel protagonista en el musical Chicago?
No me ha sorprendido porque me gustaba tanto esa obra… La vi en Broadway cuando empezábamos los ensayos. Yo adoro a Bob Fosse desde que, siendo una adolescente, vi su película autobiográfica All that jazz, que cuenta todo su proceso personal durante el montaje de Chicago. Si yo me dedico a esto es por él.
¿Es usted mejor bailarina que actriz o viceversa?
No, yo soy actriz. Lo que pasa es que como empecé a moverme en el mundo musical, procuré tener una formación completa. Pero soy una actriz que intenta cantar y bailar con una cierta dignidad.
O sea, que tuvo usted una formación a la americana…
Sí, pero me resultó difícil. Ahora es más fácil y la gente se prepara mucho. Cuando yo empecé no se entendía muy bien: te obligaban a decantarte por una cosa o por otra. Si te veían cantando, te decían: «!Ah¡ Ya no actúas». Y al revés.
¿Qué le parece la moda de los concursos de talentos musicales a usted, que fue jurado en uno de ellos?
Sí, fue hace dos años en Tienes talento, de Cuatro. Aunque en un principio no me gustaba la idea de juzgar a alguien, acepté porque me emocionó la historia de Paul Potts, el ganador de la versión británica. Lo vi actuar en la gala de los Ondas y me cambió el chip. Una de mis condiciones fue que no nos recreáramos en el tema de los friquis, que no fuéramos a reírnos de la gente y que no fuera una cosa grosera. Me dijeron que sí, pero al final no fue tan bonito como yo pensaba. Ha sido una experiencia apropiada para darme cuenta de lo que no quiero hacer.
fuente: El Periódico (09.06.2010)