Víktor estalla su rabia contra Angélica

Víktor ha citado a Félix Rivera, el amigo actor de Angélica, a escondidas de su mujer. Félix llega a la tienda pensando que ha sido Angie quien le ha citado ahí con una nota. El anticuario quiere hablar con él y dejarle claro que no quiere que ilusione a Angélica con una posible vuelta de la mujer al cine. Rivera le asegura que Angie tendrá un papel, aunque pequeño, en la película de producción americana que él protagoniza. Dicho eso, el hombre no esconde sus ganas de irse inmediatamente, pero Víktor le para y le dice claramente que no es tonto y que sabe que se ha creido todas las mentiras de Angie sobre las películas que en realidad no hizo y que la está ilusionando sólamente para acostarse con ella. Félix, entonces, le confiesa que sí ha estado aprovechando de la ingeniduad de Angélica y que hizo un trato con los americanos para que dijeran su nombre en la rueda de prensa solo para que se hablara un poco de él. En realidad ni siquiera él saldrá en esa película. Víktor finalmente le pide que consiga como sea un papel a su mujer, en cambio le dará joyas valiosas. Si no lo consigue, usará contra él otro tipo de joya: una pistola.

Justo más tarde llega una llamada para Angélica: es Félix que le ha conseguido una cita con los de CIFESA. La productora española la quiere conocer. Por lo visto el encuentro no ha sido de los mejores, por lo menos para Angie, ya que le han orfrecido el papel de la madre de la joven protagonista veinteañera. Por eso la mujer se siente vieja y humillada. Por esto busca consuelo en las buenas palabras de Vallejo y, por supuesto en alcohol. Más tarde cuando vuelve a la tienda para contarle de la reunión a Víktor, llega una carta para él: la embajada americana no les va a dar los visados por razones políticas. Creen que es un comunista encubierto.

Cuando la pareja vuelve a casa, Víktor se siente mal y le echa a Angie la culpa de todo. Es su culpa si han tenido que pasar por España antes de irse directamente a Estados Unidos desde Hungría y fue para protegerla que él le robó el sello a Rubik y luego le mató. Angélica no acepta esas palabras y le recuerda todo lo que ella hizo por él. Víktor se vuelve loco por la rabia y la echa de casa para que vaya al consulado americano a convencer al consul con sus encantos. La mujer deja el piso sin decir una palabra.

Angélica vuelve a casa a la mañana siguiente y Víktor quiere pedirle perdón, pero ella no quiere escuchar sus palabras. Además le echa en la cara que ha estado toda la noche con el cónsul de los Estados Unidos y que en realidad no hacía falta porque ella sí que puede irse sin ningún inconveniente. El problema es él, a Víktor no le han concedido el visado. Al anticuario no parece importarle mucho que su mujer se haya acostado con un desconocido para obtener algo para él, mientras que sí le importa mucho no tener visado.

Mientras tanto se empeña en vender el sello pensando que de todas formas Angélica y él dejarán España para irse a otro país. El hombre sigue teniendo miedo a que le maten y aún más cuando ve en la revista ‘Sucesos’ la foto de un hombre al que él ayudó a salir de Hungría, muerto por envenenamiento. Teme que ése será el final que van a tener él y su mujer. Angélica intenta tranquilizarle, pero el hombre no pierde tiempo en humillarla otra vez. Por ese motivo, Angélica está muy preocupada y recurre a la amistad de Jesús y le pide que hable con Víktor.

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