Vuelta a las tablas con Natalia Millán

Hemos llegado al último, no por importancia, relato sobre el ensayo general de ‘Cinco horas con Mario’. Esta vez quienes escriben son dos chicas, Inés y Laura, que completan su atenta crónica con algún que otro pequeño punto de humor.

Ahora no nos queda nada más que esperar el estreno de ‘Cinco horas con Mario’ en Valladolid, desde el que nos separan tres días. Pero mientras tanto, podemos aventurarnos una vez más en la vida de Carmen, a través de los ojos atentos de estas dos chicas.

«Apenas hace dos meses que la vimos bajar del escenario después de una temporada para recordar (como para no recordarlo después de 43 veces) en el Coliseum dando vida a Velma Kelly y en cuatro días se volverá a subir para dar vida a una mujer diametralmente opuesta a aquella asesina de los años 20.

Una vez conocido cuál era el nuevo reto de Natalia Millán sobre las tablas, había que prepararse, informarse y documentarse acerca de su nuevo personaje y qué mejor que recurrir a la novela de Delibes para entender a qué se enfrentaría Natalia.

Al principio, aquí ínter nos cuesta empezar a leerlo, pero según vas conociendo a Carmen, le puedes empezar a poner la voz y la presencia de Natalia, puedes imaginarte sus gestos, la entonación de cada una de sus palabras… y cuando por fin la ves sobre el escenario, todo aquello que te habías imaginado se queda corto porque una vez más, Natalia nos vuelves a dejar sin palabras.

Un centro cultural con un auditorio bastante amplio, un modesto escenario y una iluminación improvisada alumbraban lo que fue la vuelta de Natalia. Una vuelta a lo grande… No se puede decir de otra manera.

Sentados en una mesa a escasos centímetros de nosotras se encontraban Josefina Molina, el productor y alguien que me perdone pero ¡que no sé quién era! Bueno, Josefina porque había visto fotos y se presentó y el productor ídem de lienzo que si no tampoco habría sabido quiénes eran.

Tras las gruesas cortinas rojas empieza a sonar una melodía que según el dossier (como podréis apreciar, he hecho los deberes y me lo he leído todo) lleva el nombre de Luis Eduardo Aute. La música da paso a una grabación donde se entremezclan las voces de todos los personajes que luego Carmen va desgranando y entre ellas, reconocemos de inmediato la cálida voz de Natalia y por fin se abre el telón…

Si le tengo que poner una pega a esta obra es sin duda la escenografía. De un color morado, violeta pastel (ahí lo dejo por si alguien quiere/sabe hacer segundas lecturas), pero sobre todo, más que el color, era la excesiva geometría, demasiadas líneas rectas, que sólo se rompen con el paso de Carmen de un lado a otro del escenario.

En medio del escenario, de negro riguroso, con un pañuelo entre las manos y mirando hacia el féretro de Mario (echamos de menos un Mario. Es verdad que no tiene un gran papel, pero mejor que un rectángulo morado…).

Y ahí empieza todo… Se mueve con elegancia y estilo a pesar de los zapatos de tacones delgados e infinitos que lleva. Desde las primeras palabras ya ves a Carmen… Cada palabra, cada gesto te van metiendo en la vida de este matrimonio, y yo no puedo más que hacerme fan de Carmen.

Llega el único momento fuera de guión de la función: Natalia se cae y sabemos que no está en el guión porque tanto la directora como el productor amagan un movimiento y se levantan y porque era demasiado real porque si hubiera sido por la reacción de Natalia, nadie lo habría sabido. Con la misma elegancia que se ha caído, se levanta (al salir se lo dije y no me cree cuando le digo que lo hace todo con elegancia y estilo… Mira que no creerme, aunque también diré que nunca me cree… En fin… Estas artistas es lo que tienen). Lo mejor de la caída fue que también tiró un vaso de agua e improvisó en plena conversación con Mario un “mira cómo lo he puesto todo”. Creo que eso dice mucho, bueno, lo dice todo de una ACTRIZ como escribiría Mario (muy a pesar de Carmen) CON MAYÚSCULAS.

Fue capaz de hacernos reír y a mí en particular de hacerme llorar… Me emocionó en su confesiones a Mario, esas tímidas confesiones que al principio de la obra pasa por ellas de puntillas pero que a medida que avanza la noche de velatorio, Carmen ve cómo se le escapa la oportunidad de sincerarse con un Mario que ya no está con ella pero ella le siente allí. Interactúa con él, marca los silencios esperando una reacción de Mario, una reacción que no llega hasta que aparece su hijo, el otro Mario. Víctor Elías, que no lo hace mal pero claro, la sombra de Natalia, al igual que la del ciprés del mismo Delibes, es alargada.

Al final, mirada de complicidad entre ambos, aplausos y más aplausos. Emoción en la cara de Natalia y también diría que de satisfacción por haber vuelto a lograr otro reto. Siguieron los aplausos y subió Josefina al escenario fundiéndose con Natalia en un abrazo y seguían los aplausos y los “bravo”… También alguna que otra loca, fiel a su tradición gritó como antaño hacía en el Coliseum.

Como ella misma nos dijo: “Bueno, era un ensayo”. Pues Natalia, fue un ensayo que augura un gran estreno, una gran gira y una gran temporada que esperamos ansiosas en Madrid.

Y qué más decir… Un monólogo que se me hizo corto, que sabía que Natalia no me defraudaría pero que no sólo no lo hizo si no que me confirmó que es muy grande y es un lujo poder disfrutar de su talento y todo un orgullo poder decir: Soy fan de Natalia Millán porque todo lo hace bien, y todo con estilo.»

6 Comentarios

  1. Muy bueno el comentario..con esto dan ganas de que llegue ya el 23 de Octubre para verlo. Que grande es Natalia, y sus seguidoras!!!!!!!!!

  2. Chicaaaasss 🙂

    Ya hablamos del relato pero me di cuenta de que no lo comenté aquì.. pues, que decir.. gracias por vuestra aportaciòn *__* Y también por llamarnos y adelantarnos algo después del ensayo! 🙂

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